martes, 2 de diciembre de 2008

diez parrafos para un cuento con final feliz.

  1. E tenia unos nueve años cuando escucho a la voz por primera vez. la voz le pregunto, con curiosidad infantil: te has dado cuenta de que hay niñas en la clase que son muchísimo mas flacas que tu? E se sorprendió. hasta ese día, ella clasificaba a sus compañeras de clase en términos como su gusto por las barbies o su habilidad para darse aspas de molino, o si después de clases se quedaban a gimnasia acrobática o a basketball, o incluso si eran de las que coleccionaban stickers, o papeles de carta. todo lo anterior era importantísimo en la comparativa, mientras que términos como “flaca”, “delgada”, “normal” o “gorda”, hasta ese día, no habían sido considerados. esa misma tarde, mientras la miss Alice dictaba oraciones, E empezó a recorrer la hilera de al lado con la mirada, comparando el grosor de las pequeñas piernas, pantorrillas y rodillas que se sucedían a lo largo de la fila.
  2. poco tiempo después, en el colegio nuevo, la voz le dijo a E: todas las chicas grandes que tienen novio y son populares y están invitadas a las fiestas de promoción de los colegios de chicos populares, tienen una cosa en común además de tener el pelo largo hasta la cintura y usar jeans guess: todas son flacas. t-o-d-a-s. E nunca se había dado cuenta de ese pequeño, pero al parecer importantísimo detalle, y decidió en el futuro prestar atención para comprobar si lo que le dijo la voz era cierto. observando a las chicas mayores y populares de pelo hasta la cintura, E se enteró de que muchas de ellas tiraban su almuerzo por la ventana del bus escolar, y no pocas se alimentaban a base de batidos de leche y plátano, especialmente en vísperas de alguna fiesta especial. la voz le dijo, todas están haciendo algo por su cuerpo menos tu. ante tal ultimátum, E decidió renunciar a las tres cosas que mas disfrutaba por ese entonces: la mantequilla de maní (un viejo hábito norteamericano), los chocolates y la comida chatarra.
  3. a pesar de los nuevos sacrificios de E, la voz empezó a interrumpirla, cada vez con mas frecuencia, para hacerle notar que la detestable gordura se seguía acumulando en los lugares menos esperados. de a pocos, E empezó a aceptar que la voz siempre tenía la razón. un día, mientras se alistaban para una fiesta, su amiga R le reprochó: “con esa minifalda al cuete se te ve un potazo”. otro día, en el carro, su mami la miró de reojo y le dijo: “antes de regresar a la casa paramos a comprarte un formador”. y aun otro día, una tía que la vio después de meses en una reunión familiar, le dijo frente a todo el mundo, “E, no puedo creerlo… ya tienes cuerpo de grande!”. el resto de tías-amigas de su mami celebraron, satisfechas, y ella se encerró en su cuarto a mirarse en el espejo, roja de vergüenza, el corazón agitado latiendo a mil. la voz rompió el silencio para decirle, eres gorda y grotesca.
  4. al poco tiempo, la mamá de E. volvió maravillada de un viaje con su amiga L, diciendo cosas como “puedes creer que la regia de L, en todas las tiendas pedía talla uno? la única talla que le queda bien es la uno! toda la piel de su cuerpo es como la de su cara: no tiene un solo gramo de grasa!”. ante la excitación de su madre, E dedujo que ser talla uno (en los ochentas no existía la 00) era algo muy bueno y digno de admiración. la voz y su mami, concluyó, no podían estar equivocadas. y por primera vez en su vida, y a pesar de que para evitar ser asmática, nadaba tres veces por semana, E pidió que la metieran al gimnasio. si faltas un solo día, vas a engordar! la animó la voz durante todo ese año en que llegaba agotada del colegio o la natación, y tenía que correr a cambiarse para hacer aeróbicos al ritmo de una escultural instructora de veinte años.
  5. durante los meses que pasaron, la lista de alimentos prohibidos por la voz fue aumentando paulatinamente. es que ya nada parecía satisfacerla! cada vez qué E se llevaba algo a la boca, la voz la insultaba con desdén: basta de comer, gorda tonta. la mamá de E, firme creyente en el binomio comida = amor, no comprendía que pasaba con su hija, y preocupada, le preparaba sus platos favoritos y le llenaba la refrigeradora de cositas ricas, sin saber que todo eso era mucho peor para E. la voz le dijo que su madre era su enemiga, y por lo tanto había que engañarla para seguir adelante. acaso no sabes mentir, gordita? con el tiempo, cada vez que a E le preguntaban si ya había almorzado, la voz se apresuraba en elaborar una excusa creíble. y es que la voz era capaz de inventar las mas complicadas explicaciones, inexistentes fiestas de cumpleaños en las que E se había atiborrado de pizzas y helados de chocolate y volvía a casa empachada, o extrañas dolencias estomacales que causaban que durante días su organismo solo pudiese contener choclo sancochado y mandarinas. la voz resulto hizo que pronto E se convierta en una gran manipuladora, una maestra del engaño.
  6. el colegio terminó, y la voz siguió acosando a E hasta que casi dejo de comer por completo. a pesar de que era verano, su piel adquirió una tonalidad amarillenta. el pelo se le caía por mechones, y se oscureció al punto que sus amigas pensaban que se lo había teñido. cansada de especulaciones, fue a la peluquería y pidió que le hagan un corte de chico. cuando finalmente la gente dejó de reconocerla y sus compañeros de clase empezaron a pasar frente a ella sin saludarla, la voz le aseguró, están tan envidiosos de ti que no se atreven a hablarte. cuando ningún cinturón era capaz de mantener sus jeans en su lugar, la voz le dijo, ponte un pantalón de pijama grueso debajo y así nadie notara que te quedan inmensos. siguiendo los consejos de la voz, dejó de usar camisetas de manga corta. la voz era lo máximo. estaba tan cómoda así, acurrucada en la cama todo el día, envuelta en capas de ropa y mantas, como una cebolla. solo ella y la voz sabían que hacia poco, desempolvando un baúl con juguetes y ropa de la infancia, E había logrado probarse sin problemas su pequeño vestido de primera comunión. acababa de cumplir dieciocho años.
  7. y es que ahora, lejos del control de las monjas y gracias a los convenientes horarios de la universidad, la voz podía trabajar libremente las veinticuatro horas del día. si en un momento de descuido E mordisqueaba una manzana o se tomaba una cerveza, la voz no la dejaba dormir hasta que se levantaba nuevamente de la cama y hacia cientos de abdominales o planchas. muchas veces, la voz se le aparecía en sueños, obligándola a prender la luz de su escritorio, buscar su centímetro, y tomarse, a las cuatro de la mañana, las medidas de cintura, caderas, muslos y brazos, para luego anotar las cifras en un cuaderno. la voz se había convertido en un sargento implacable: hace días que no bajas nada, gorda.
  8. "estas enferma, necesitas terapia", le dijeron a E. no podrán callarme, respondió altiva la voz. una psicóloga maligna empezó a inmiscuirse en la vida de E. la voz se negaba a hablarle cuando se citaba con ella. la casa se llenó de reglas. cenar siempre con la familia (fácil), arremangarse siempre las mangas (aceptable), terminar el plato completo en quince minutos (difícil), abstenerse de jalar el water sin que antes papi o mami hayan revisado su contenido (jodido). eso te pasa por hacerles caso, mira como te están humillando, le seguía diciendo a E. la voz. pensé que eras más fuerte, pero eres una gorda tonta. "fuerza E, te vas a recuperar pronto", le decía la psicóloga, que no siempre era tan maligna y a veces la abrazaba fuerte, acariciándole la cabeza hasta hacerla llorar.
  9. pasaron varios años antes de que E lograra acallar a la voz por completo. solía volver inesperadamente, sobre todo durante los momentos difíciles: cuando su padre la cagaba en un negocio y discutía con su madre, por ejemplo, o cuando no se sentía aceptada en su primer trabajo. pero E ya se había dado cuenta de que la voz no era su amiga, y si justamente aparecía entonces, era porque la sabía vulnerable. por eso E, envalentonada, aprendió a darle cara, a responderle y cuestionarla, incluso cuando la voz insultaba con odio y la atacaba con las bajezas que mas le dolían.
  10. un día de invierno, E se percató de que había pasado un año completo; un año normal con altas y bajas, con pequeños triunfos, decepciones y problemas, sin que la voz se atreviera a pronunciarse. alguna vez, tímidamente, habia intentado empezar a decir algo, pero E la calló con un manotazo de indiferencia y siguió mirando la nieve caer mientras terminaba su delicioso panino de tomate con mozzarella. y fue así como la voz entendió que E ya no la escucharía nunca mas, y desapareció para siempre. pero ese no fue el verdadero triunfo. lo mejor fue cuando, casi en el mismo instante, E logró comprender que -pese a lo que la voz le había asegurado durante tantos, incontables años- ella era una buena persona, que merecía ser amada y valorada, con toditos sus defectos y virtudes -ninguno de los cuales podia medirse en kilos o centímetros- y nadie podría jamás decirle lo contrario (y por cierto, E tampoco era gorda, y apenas un poquito tonta).

    (nada de brazaletes rojos ni nicknames de princesa/hada/mariposa/angel para mi. solo una sonrisa de satisfacción, porque al terminar de escribir esto, E ha bajado 10 toneladas de bagaje emocional, y en estos momento se está dando a si misma un merecido pat on the back).

14 comentarios:

Miguel Rodríguez dijo...

Se siente bien quitarse la mochila no?


besos!

Imberbe_Muchacho dijo...

Miles de historias pero siempre es la misma voz.

Un abrazote para E , de tamaño de todo el abecedario

Laura Zaferson dijo...

Es como romper toda una guía telefónica de una sola. :)

Cys dijo...

Siempre me he sentido gorda, hasta cuando pesaba 42kgs.

Esas voces no nos dejan disfrutar lo regias que somos!

chica diez dijo...

M, IM, Lauri, Cys:

GRACIAS! me siento menos loca cuando ustedes me comentan. y si, somos regias y divinas, wohooo!

noseasloco dijo...

esa voz maligna, háganle un SHHHHH inmenso.... besos para E

FabuMona dijo...

Acabo de descubrir este blog y lo poco que he leído ME ENCANTA !!

A mi la voz nunca me dijo gorda (tendría que haber sido ciega por que yo era un tallarín) pero me decía cosas peores, felizmente con los años ... también llega la sordera!

Saludos!
(te enlazo al toque)

Renzo dijo...

Me gustó mucho el post.
El tema es muy importante y aparte de eso está muy bien escrita la historia.

A mí me pasa lo contrario no logro subir de peso. Pucha.

El Chico Nube dijo...

Pues yo desde que te leí supe que eras guapísima.

Besos,

Daphne dijo...

fuerte ah...



voces malas!

L.A dijo...

wow, pucha el problema de verse gorda aqueja a muchas personas, a mi ya me está saliendo pancita, asi que seguiré trabajandola

Anónimo dijo...

Entiendo perfectamente la historia de E. Creo que mas mujeres de las que podemos imaginar han tenido algun problema alimenticio.

Durante mi primer año de la universidad solo comia Choclo con queso fresco y cafe, mi organismo no toleraba nada. Felizmente tuve gente que influyo mucho y se acabo el problema.

No soy partidaria tampoco de la gente que se tira al abandono y le vale madre comer, pero con los años te das cuenta que a los chicos tampoco les gusta una flaca escualida.

Un abrazo, muy buen post.
Este comercial explica muy bien el tema

http://www.youtube.com/watch?v=mXimYVNf5C8

Anónimo dijo...

todas queremos ser flacas y regias... es algo que simplemente ES. Pero la verdad es que sin ser flaca ni regia, tengo mucho más de lo que soñé que tendría!! Como dicen, soy "fuertecita"... jajaja

Besos!! =)

*Cristal* dijo...

Odio mi voz

Pero la amo tanto q no me deja en paz, ni yo a ella tp. La busco y siempre la encuentro, y actualmente no me deja hacer nada. Hemos creado una simbiosis impresionante.

Y no me siento capaz d dejarla ir.

Estoy enferma. Pero tp puede ser para tanto, no?

Gracias x pasar x mi blog :)